Escucha nuestro programa sobre “Reconocidos testigos de la historia”:
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10 AUTORES INCONFUNDIBLEMENTE MEXICANOS Y PARA LOS CUALES SU PAÍS HA SIDO Y ES UN MOTIVO SIEMPRE ELOCUENTE DE ESCRITURA
Muchas veces se ha dicho que México es mejor en la boca y en la pluma de otros.
Que para hablar de este país en el que conviven varios países distintos, a veces totalmente incomunicados entre sí, siempre es necesaria la mirada lejana de un forastero.
Así, desde las aventuras de La serpiente emplumada, acaso la mejor novela del inglés D.H.Lawrence, quien pinta un México cruel y fascinante, pasando porBajo el volcán, la mítica novela del no menos enigmático Malcolm Lowry, aquella que instituyó el atribulado territorio de Quauhnahuac, hasta llegar a nuestros días y encontrarnos con Los detectives salvajes, la impresionante crónica del Distrito Federal contemporáneo a cargo del chileno Roberto Bolaño, han sido muchos los autores “extranjeros” que han construido el bien alimentado universo literario de México.
Para bien o para mal. No es esta una nota para dirimir derechos patrióticos, sino para dar también el justo mérito a aquellos autores que han asumido la responsabilidad de hablar de aquello que les duele aun cuando lo tengan demasiado cerca.
Se trata de entender, disfrutar, analizar más este país en el que vivimos a gusto y a disgusto (según el día, el precio de los huevos y las estadísticas de muertos en la Guerra del Narco) con las lentes nacionales, made in México.
Hay un punto en donde la escritura pierde sus insignias nacionales y esto también hay que decirlo, pero estamos en día patrio y hoy toca.
No está de más aclarar que toda lista es un ejercicio de sustracción, de negativa, aun cuando ese no sea su propósito primario. No quisimos, con la excepción de Alejandro Rosas, hacer una lista de historiadores, porque confiamos como Paco Taibo II más en la literatura “para construir un pensamiento crítico”.
Y porque en estos días de fiesta, referirnos a esos historiadores de la derecha que niegan la Conquista, abominan la Revolución y consiguen con ello amplia divulgación en los medios oficiales, nos iba a hacer caer mal el pozole.
Digestión lenta, que le llaman.
1. Jorge Ibargüengoitia
Dice el escritor Juan Villoro que Jorge Ibargüengoitia ya ha pasado de ser un autor de culto para lograr meterse en las retinas profundas de todo lector mexicano que se precie. Sin embargo, para él no hay suficiente material crítico en torno a la obra de este verdadero cronista de un México del ayer y cuya agudeza alcanza para abarcar el México de nuestros días con una mirada amplia y absolutamente vigente.
Jorge Ibargüengoitia nació en Guanajuato el 22 de enero de 1928 y murió en Madrid, el 26 de noviembre de 1983, en un accidente aéreo que resultó probablemente la mayor tragedia para las letras latinoamericanas.
Varios intelectuales viajaban a bordo del avión que se estrelló en las cercanías del aeropuerto de Barajas, en Madrid, para participar en el Primer Encuentro Hispanoamericano de Cultura, a realizarse en Bogotá. Además de Ibargüengoitia perdieron la vida los críticos uruguayos Ángel Rama y Marta Traba y el poeta peruano Manuel Scorza.
Dramaturgo, narrador, traductor, ensayista y periodista, solía decir que de su padre había heredado las ojeras y que había crecido con mujeres que lo adoraron pero que durante 15 años se la pasaron lamentándose porque no les cumplió su sueño de convertirse en ingeniero.
De Jorge Ibargüengoitia se ha dicho entre otras cosas que fue un escritor de alto vuelo para quien el mundo estaba hecho para contradecirlo. En un país que no tiene fama de contestatario, el gran dramaturgo y ensayista se destacaba por ir contracorriente, como un verdadero salmón furioso y divertido que mirara de soslayo las costumbres y tradiciones del lugar donde había nacido.
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