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[audio:http://www.1060am.net/audios/podcast/contertulios/loscontertulios545.mp3]El relato definitivo de Jack London (nota de El país)
A lo largo de sus 23 años de oficio, Jack London (San Francisco, 1876 – Glen Ellen, Costa Norte de California, 1916) publicó 197 cuentos que quedaron dispersos en archivos, revistas y una veintena de libros. Un conjunto que, dividido en tres tomos, se reúne por primera vez en castellano. Editado por Reino de Cordelia y con la traducción de Susana Carral, el primer volumen, que incluye 87 relatos, de una primera versión del famoso Encender una hoguera a 36 inéditos, acaba de salir a la luz. El segundo llegará en octubre próximo y el tercero y último un año después, en 2019. Casi 3.000 páginas por las que transita una de las vidas literarias más intensas y apasionantes que se recuerdan, exprimida hasta el último aliento por un autor que supo afinar como pocos el género breve.
“Se trata de la edición que la Universidad californiana de Stanford encargó a tres investigadores, Earle Labor, Robert C. Leitz III y I. Milo Shepard y que apareció en Estados Unidos en 1993”, explica el editor español, Jesús Egido, autor también del prólogo del primer tomo. En él, Egido hace un significativo recuento de las temáticas que Londonabordó en sus relatos: “El alcoholismo, las consecuencias de la vejez, el boxeo, la tauromaquia, el trabajo infantil, la ecología, las fantasías extraterrestres, el juego, el trabajo en las minas de oro, el amor (tanto el primitivo y atávico como el romántico e ideal), la discapacidad mental, los mitos, la corrupción política, la psicología (humana y animal), la explotación racial y sexual, la revolución, la experimentación científica, la vida de los marinos, el suicidio, la vida en los arrabales, el socialismo, la guerra, la naturaleza y la escritura…”.
London escribió tanto como vivió. De las ciudades a las tierras del norte; y de allí a la Polinesia, a las junglas de la Melanesia, a Australia, Ecuador, el norte de Irlanda o Hawái. Marino, cazador de focas, buscador de oro, vagabundo, boxeador o preso, todas las vidas posibles para el autor de La llamada de selva.Según Carral escribió tanto y de tantas cosas diferentes por una cuestión muy prosaica: necesitaba dinero. “Y creía que llegar a ser un escritor de éxito era una forma de dejar de ser pobre. Lo sorprendente es que, teniendo en cuenta su falta de formación, lo hiciera tan bien ya desde el principio. Para lograrlo leía sin descanso y escribía a destajo”. Sobre la variedad temática, Carral apunta a los trabajos que tuvo que hacer para sobrevivir. “Además, era consciente de que para destacar tenía que ofrecer algo nuevo, diferente. Por eso se atrevió con temas que preocupaban a la sociedad de su época, pero que no eran lo que se esperaba leer en las revistas. Él los abordó con una claridad y naturalidad desconocidas entonces”. A veces, su lenguaje era tan preciso que su traducción resulta muy compleja. “Por ejemplo”, continúa Carral, “es difícil imaginar la cantidad de vocabulario que maneja relativo al hielo y la nieve y que no tiene correspondencia exacta en castellano o, si la tiene, resulta demasiado científica para utilizarla en un cuento. Eso exige un esfuerzo enorme de investigación y adaptación. Lo mismo ocurre con los cuentos en los que aparece terminología náutica. London sabe de lo que habla y lo demuestra”, asegura la traductora.
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https://elpais.com/cultura/2017/11/19/actualidad/1511111336_127733.html